Hace ya muchos años que realicé mi primer viaje a Malí. Desde entonces he vuelto varias veces y aquella tierra se ha convertido en fuente de inspiración para muchos de mis cuadros; me impactaron la luz y el color, sus paisajes y sus gentes, especialmente sus hermosas mujeres, que son el alma de esa tierra.
Vivir en el centro de Malí es como vivir en una isla en el tiempo y en el espacio. Muy lejos de todo y sin embargo, muy cerca. Es como estar en el centro del mundo, en el vientre de una madre, donde reside toda la belleza que algún día verá la luz. Allá el tiempo no importa, sólo importa el presente, la vida. Esa vida que se trunca con la muerte, tan cercana. En ese mundo las mujeres tienen fuerza, voluntad , alegría. Ellas soportan mucho el peso de sus familias y son admirables en su papel de mujeres; elegantes, trabajadoras y madres. Las mujeres de Malí son el corazón de esa tierra, un corazón que late fuerte y pausado, y que así, latiendo, vive y espera.
En mi último viaje a Malí, visité a una persona muy querida para mi, madame Buguré. La gran alegría del reencuentro se vió ensombrecida por la triste noticia del fallecimiento de su hija mayor, aquella que pinté de pie junto a ella en un cuadro que fue expuesto en Venecia. Me contaron que murió durante el parto de sus gemelos. Me sentí desolada con la noticia, un año antes había posado para mi y ahora me daba cuenta que sólo quedaba su imagen en un cuadro, silencioso homenaje a una madre muerta. Recordé cómo al pintarlo su rostro tenía toda la fuerza del cuadro y , era cierto, se notaba un incipiente embarazo...
Su madre me contó lo ocurrido con gran entereza, " cest la vie",... qué fuertes son la mujeres africanas y , sin embargo, qué tiernas. En mi anterior viaje yo sólo le aseguré que intentaría volver , pero ella sabía que lo haría, así que preparó un regalo valioso, una calabaza tallada y decorada con conchas, un instrumento tradicional de las mujeres de Malí, cargado de significado. Aquella calabaza se le había roto, pero continuó trabajando con ella y la cosió, siendo esas cicatrices parte de su riqueza y de su amor. Un regalo así significa mucho más. Madame Buguré, querida y recordada, grande de cuerpo y alma, elegante en su puesto de sandías el lunes de mercado...Tengo grabada su imagen, el día de la despedida, no habla francés y yo no hablo sorai, así que alzó la mano hacia mí, me señaló y luego se tocó la frente y el pecho, y así sin palabras me dijo " te guardo en mi corazón"...
Sí, Malí es madre, es Mouneissa, es Oumou, Hawa... mujeres que viven y sufren, pero que sobre todo, aman.