Ya había oido hablar de esta película, mi hermana Isabel que vive en Valladolid me la había aconsejado... no sabía donde se podría ver en Madrid, así que me olvidé del asunto. Después en la exposición del fotógrafo Manuel Vilches conocí a dos actores de Agadez... me dijeron que eran los protagonistas de una película que se llamaba 14 kilómetros ¡otra vez!, qué casualidad... así que Alan nos invitó a la`presentación de la película en Madrid el día 5 de Diciembre. Me ha impresionado; La fotografía es muy buena, capta la belleza del río Níger, de las pinazas al atardecer y de las pequeñas aldeas junto al río. La luz cegadora del desierto está logradísima, hay imágenes del desierto increibles... La música también ha sido premiada. Los actores son estupendos, me encantó poder conocerlos personalmente. De la película salí muy triste, hecha polvo, por eso, porque está muy bien hecha y transmite el sufrimiento de esos chicos que emigran hasta nuestro pais. .. Y después de la odisea de esos viajes les espera la repatriación o la venta de la Farola en la calle..Creo que esta película la deben ver los políticos de nuestro pais y todo el mundo en general. Hay que hacer algo, Gerardo Olivares ha hecho la película, espero que sirva para mover conciencias o al menos para tratar mejor a los que vienen de tan lejos. Porque como dice Rosa Montero en la película ; " Seguirán viniendo y seguirán muriendo, porque no hay muros que puedan frenar los sueños"
En este espacio recojo algunas experiencias de viajes, de pintura, de actividades solidarias sobre todo en Mali. El blog está apenas desarrollado, pero si os gusta, podéis visitar mi web www.irenelopezdecastro.com o seguirme en Instagram @irenelopezdecastroartist o FB Irene Lopez de Castro. ¡Saludos!
viernes, 7 de diciembre de 2007
lunes, 5 de noviembre de 2007
150 gafas de sol de la Fundación Ruta de la Luz para Malí
miércoles, 31 de octubre de 2007
Madame Buguré
Hace ya muchos años que realicé mi primer viaje a Malí. Desde entonces he vuelto varias veces y aquella tierra se ha convertido en fuente de inspiración para muchos de mis cuadros; me impactaron la luz y el color, sus paisajes y sus gentes, especialmente sus hermosas mujeres, que son el alma de esa tierra.
Vivir en el centro de Malí es como vivir en una isla en el tiempo y en el espacio. Muy lejos de todo y sin embargo, muy cerca. Es como estar en el centro del mundo, en el vientre de una madre, donde reside toda la belleza que algún día verá la luz. Allá el tiempo no importa, sólo importa el presente, la vida. Esa vida que se trunca con la muerte, tan cercana. En ese mundo las mujeres tienen fuerza, voluntad , alegría. Ellas soportan mucho el peso de sus familias y son admirables en su papel de mujeres; elegantes, trabajadoras y madres. Las mujeres de Malí son el corazón de esa tierra, un corazón que late fuerte y pausado, y que así, latiendo, vive y espera.
En mi último viaje a Malí, visité a una persona muy querida para mi, madame Buguré. La gran alegría del reencuentro se vió ensombrecida por la triste noticia del fallecimiento de su hija mayor, aquella que pinté de pie junto a ella en un cuadro que fue expuesto en Venecia. Me contaron que murió durante el parto de sus gemelos. Me sentí desolada con la noticia, un año antes había posado para mi y ahora me daba cuenta que sólo quedaba su imagen en un cuadro, silencioso homenaje a una madre muerta. Recordé cómo al pintarlo su rostro tenía toda la fuerza del cuadro y , era cierto, se notaba un incipiente embarazo...
Su madre me contó lo ocurrido con gran entereza, " cest la vie",... qué fuertes son la mujeres africanas y , sin embargo, qué tiernas. En mi anterior viaje yo sólo le aseguré que intentaría volver , pero ella sabía que lo haría, así que preparó un regalo valioso, una calabaza tallada y decorada con conchas, un instrumento tradicional de las mujeres de Malí, cargado de significado. Aquella calabaza se le había roto, pero continuó trabajando con ella y la cosió, siendo esas cicatrices parte de su riqueza y de su amor. Un regalo así significa mucho más. Madame Buguré, querida y recordada, grande de cuerpo y alma, elegante en su puesto de sandías el lunes de mercado...Tengo grabada su imagen, el día de la despedida, no habla francés y yo no hablo sorai, así que alzó la mano hacia mí, me señaló y luego se tocó la frente y el pecho, y así sin palabras me dijo " te guardo en mi corazón"...
Sí, Malí es madre, es Mouneissa, es Oumou, Hawa... mujeres que viven y sufren, pero que sobre todo, aman.
jueves, 4 de octubre de 2007
Proyecto contra el paludismo

